jueves, 5 de marzo de 2015

Cantagallo, sur de Bolívar, en paro por crisis de salud

Centro de salud de Cantagallo, sur de Bolívar (Foto: Suministrada-Vanguardia Liberal)
Libardo Muñoz


Los médicos del centro de salud de Cantagallo, sur de Bolívar, decidieron no regresar a sus puestos de trabajo porque les deben siete meses de salarios, y esto profundiza la crisis humanitaria del lugar, donde estalló un paro cívico.



Cantagallo bien puede ser el retrato viviente de toda la desgracia colectiva en que se debaten los pobres de Colombia, desde cuándo comenzó el desmonte de la salud publica bajo la Ley 100 impulsada por Uribe que lo privatizo todo y entregó la red hospitalaria al paramilitarismo, como uno de los más suculentos negocios de este siglo.


Además de la ausencia de médicos, en Cantagallo desaparecieron los pocos medicamentos con que se podían brindar unos primeros auxilios a los enfermos que tocaban las puertas, que eran numerosos, más que toda población infantil de veredas, transportada en chalupas o en bestia.

La ambulancia que estaba asignada a Cantagallo también desapareció y tanto la alcaldía como la dirección del centro de salud no dicen que pasa, con ese y otros bienes públicos. Las contradicciones entre esos funcionarios son permanentes.


El paro en Cantagallo afecta la conexión por agua con el resto del departamento de Bolívar, pero los transportadores terrestres decidieron apoyar la protesta.


En casos extremos de enfermos ancianos las familias de Cantagallo los llevan a Barrancabermeja, un viaje que no todos pueden pagar. La poca salud preventiva que una vez existió en esta población es sólo un recuerdo, no hay quien de la cara y los compradores de votos consideran que ya pagaron el día de las elecciones.


Pero en Cartagena, donde se supone que la atención de la salud puede ser mejor que la de un pueblo remoto, rodeado de lagunas y esteros del Magdalena y sus afluentes, el ideal de un servicio eficaz y oportuno vive su peor momento.


La cacareada Ley estatutaria 1751 anunciada por Santos en febrero pasado, como el final de los tormentos del pueblo enfermo, se hunde en el mar de burocracia y corrupción en que naufraga Cartagena, donde solo se habla de construir rascacielos y hoteles para millonarios.

Una consulta médica privada, en Cartagena, nunca cuesta menos de 100 mil pesos y a esto debe añadirse la inversión en medicinas en el comercio de las farmacias fuera de control, con precios a los que el enfermo se somete resignado, si no quiere empeorar.







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