-Libardo Muñoz- Corresponsal Pacocol
Una vez más la ciudad de Cartagena pone sus playas y sus paisajes para un sainete montado con los principales actores de las finanzas y la especulación bancaria, ahora es la reunión de "Padres e hijos", que tiene para la comunidad empobrecida un sabor a desprecio y a burla, pues aquí la miseria es ya materia de las crónicas de "The Washington Post".
Magnates y banqueros andan por los balnearios y las islas de la ciudad más pobre de Colombia como si nada, como si no fueran los cómplices del desastre económico que ha llevado a la comunidad a la desesperación y la ruina hipotecaria, que vendrá seguida de la inminente crisis alimentaria.
Con ellos anda el redactor del decreto de la conmoción interior, que estaba desesperado porque sus juicios de lanzamiento hipotecario se encontraban estancados.
Así es, la cita de los magnates en Cartagena parece un chiste pero lo que más conmueve hasta la pura lástima, son los informes periodísticos por televisión y radio, de una pobreza risible, humillante, que habla por sí sola del desastroso periodismo que se tomó las cadenas y los grandes medios impresos.
Para el pobre y desconcertado ciudadano esta visita significa requisas, retenes urbanos, redadas y el consabido ocultamiento de locos y mendigos recogidos como siempre en grandes camiones y botados en las afueras, tan lejos que no tengan tiempo de regresar a ofender con su presencia harapienta a tan ilustres visitantes y a sus mujeres regordetas y estúpidas listas a aparecer en las páginas sociales del "jet-set" de cartón.
Magnates y banqueros andan por los balnearios y las islas de la ciudad más pobre de Colombia como si nada, como si no fueran los cómplices del desastre económico que ha llevado a la comunidad a la desesperación y la ruina hipotecaria, que vendrá seguida de la inminente crisis alimentaria.
Con ellos anda el redactor del decreto de la conmoción interior, que estaba desesperado porque sus juicios de lanzamiento hipotecario se encontraban estancados.
Así es, la cita de los magnates en Cartagena parece un chiste pero lo que más conmueve hasta la pura lástima, son los informes periodísticos por televisión y radio, de una pobreza risible, humillante, que habla por sí sola del desastroso periodismo que se tomó las cadenas y los grandes medios impresos.
Para el pobre y desconcertado ciudadano esta visita significa requisas, retenes urbanos, redadas y el consabido ocultamiento de locos y mendigos recogidos como siempre en grandes camiones y botados en las afueras, tan lejos que no tengan tiempo de regresar a ofender con su presencia harapienta a tan ilustres visitantes y a sus mujeres regordetas y estúpidas listas a aparecer en las páginas sociales del "jet-set" de cartón.
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