martes, 10 de diciembre de 2013

Lo de siempre: militarización anuncia alcalde de Cartagena

En la imagen, Reunión  militares en el despacho del alcalde Dionisio Vélez.  Foto el Universal
Libardo Muñoz

Dionisio Vélez, alcalde de Cartagena, elegido en un proceso '"atípico" por fallecimiento de su antecesor, centralizó su propuesta electoral en ofrecer seguridad y acaba de anunciar que militarizará la ciudad.


Los medios locales recuerdan que Vélez, originario de una familia acostumbrada a mandar mandando, propietaria además de una muy rentable universidad privada, declaró en los días pre electorales, que "mandaré el ejército a los barrios".

El alcalde está desesperado porque la situación en Cartagena mete miedo, con unos dos o tres asesinatos diarios, por operaciones de sicarios que actúan a cualquiera hora del día.

El microtráfico es asunto sabido en todos los estratos, las vacunas o extorsiones, están esparcidas sobre negocios grandes, medianos y menores, incluidos los carros de perros calientes, los raponeros atacan en playas y en la zona histórica de Cartagena,  en fin, un cuadro que ni la propia prensa local oculta y lo usa para hacer sensacionalismo y vender sus tabloides mediocres.

El alcalde no se atreve a ordenar la militarización de la ciudad por su cuenta, y anuncia una consulta con otros sectores para no correr el riesgo de que todo parezca una arbitrariedad.

Un sector de estrato alto pide a gritos sacar el ejército a los barrios, pero aunque no se diga cuáles barrios, ya se sabe que son los de las faldas de la Popa, los de los pobres, de los desempleados, de los pandilleros que se disputan una calle, en fin, donde habita la escoria social, las sobras que el neoliberalismo va dejando atrás, en una ciudad donde desaparecieron unas sesenta empresas en menos de cuatro lustros, de Barco con su consenso de Washington hacia acá, con la secuela de más de cien mil padres de familia lanzados al rebusque.

Hoy Cartagena tiene un desempleo de 16.5%, uno barrio se hundió sobre su propio fango, no existe un plan serio de vivienda social, desapareció la salud pública, los pobres mueren en las puertas de los hospitales privados, el peculado es norma y obras como un transcaribe, sucumben en la incapacidad y el robo de funcionarios metidos a la fuerza en cargos para los cuales no están preparados.

A este cuadro de atropellos, se le suman las tarifas de agua y electricidad, dos servicios endosados en Cartagena a unión fenosa que le meten la mano en el bolsillo a una desesperada clase media en proceso de desaparición.

En estas circunstancias catastróficas que no niegan destacados librepensadores cartageneros, lo único que se le ocurre al alcalde es militarizar Cartagena, pero eso no es nuevo, otros lo han hecho porque no tienen nada más en la cabeza, así se gobierna en Colombia, un país entregado en una feria de TLCs que no se sabe hasta dónde llegará.






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