martes, 23 de agosto de 2011

Hacia la Segunda Independencia

Por: Libardo Muñoz

En Latinoamérica, estamos celebrando, casi de manera simultánea, los 200 años de la Independencia, de la que siempre escuchamos, de labios de nuestros profesores de primaria, y más tarde, de la secundaria, rebosantes de emoción, episodios inolvidables.

Galán, El Comunero, Manuela Beltrán, Policarpa, Mercedes Abrego, las luchas contra los impuestos, los alzamientos contra la esclavitud, los primeros mártires, los fusilamientos, incluidos los episodios que sacudieron a la heróica Cartagena de Indias.

En territorio colombiano, como una de las antiguas colonias de España en nuestro continente, se desarrollaron combates de rebeldía, protagonizados por miles de patriotas, muchos de ellos anónimos, que dieron su vida enfrentados a las armas del absolutismo monárquico.

El autoritarismo europeo encontró aquí en nuestras tierras, como en un conjunto de países que hoy andan por la senda de la integración en busca de soberanía y reconocimiento, una muralla opositora, construida por las mentes más esclarecidas de aquellos días.

Basta citar unos cuantos: Antonio Nariño, Jorge Tadeo Lozano, Caldas, portadores de las primeras ideas de avanzada que llenaron de espanto a los autócratas y sus cómplices del colonialismo local. Mutis y toda la expedición botánica, tuvieron un enorme compromiso con la lucha contra la corona, la mayor parte de sus integrantes fue pasada por las armas.

Romper con la vieja estructura del poder colonial en nuestras tierras, en lo que "se llamaría Colombia", como lo dijo Francisco De Miranda, Ecuador, Venezuela, Bolivia, Perú, no fue tarea fácil.

El poder y la tiranía cobraron muchas vidas de hombres y mujeres humildes unos, y de extracción acomodada otros.

Las luchas contra la esclavización, la defensa del Derecho a la tierra, fueron procesos cruentos en nuestros campos, montañas y valles, quitarse de encima el yugo español, el 11 de noviembre de 1811, le costó a Cartagena el sitio de Pablo Morillo, calificado por los cronistas de entonces como la más bárbara agresión de una potencia militar contra una ciudad precariamente defendida por unos cuantos valientes.

José María Fernández de Madrid, Manuel Rodríguez Torices, los Piñeres, Pedro Romero y muchos otros que si no fueron fusilados tuvieron que emprender el largo camino de un exilio incierto.

En ese momento, faltaban Boyacá, Ayacucho, Junín, el sacrificio de Sucre, los combates de los llanos de Venezuela y Colombia, antes de consolidar repúblicas que aún en nuestros días no logran del todo el bienestar y las conquistas sociales que quisieron nuestros próceres sacrificados, a quienes hay que poner de ejemplo para una Segunda Independencia.

La resistencia de ayer, el sacrificio de nuestros héroes, ilumina el camino de una lucha por una verdadera democracia participativa, por la movilización y el debate social de donde surja una Latinoamérica justa, culta, humana e incluyente.

LM/PacoCol


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